Autotune para el pueblo

Partiendo de la premisa de componer una tragedia griega en miniatura, Autotune para el pueblo, se vale de los elementos que constituían estas representaciones para escenificar un drama que, paradójicamente, no cesa de buscar a sus protagonistas. Caracterizada por un ácido nihilismo materializado en una incesante forma circular, la acción parece retorcerse sobre sí misma en la angustia por no hallar un sujeto ficcional legitimado. De esta forma, es la representación en sí misma, la razón por la que los intérpretes y el público se dan cita en un espacio y tiempo comunes, la que se busca con urgencia después de haberse esfumado tras dar cita a todos los participantes. Así pues, la existencia del público, los intérpretes, los compositores, las instituciones que financian el encargo y hasta la propia partitura es puesta en cuestión, como si todos hubieran hecho la aparición en una fiesta a la que no estaban invitados.

En este proceso, el texto se convierte en un diario de escritura que reacciona en tiempo real a los acontecimientos biográficos de los artistas y al montaje del concierto, poniendo, de paso, especial énfasis en la resistencia por parte del milieu de la creación musical contemporánea de aceptar una fórmula de composición en tándem, donde ambas partes comparten la autoría de sus creaciones al 50%.

La pieza fue compuesta en Berlín en un corto periodo de dos semanas en abril de 2020, al inicio de la pandemia del COVID-19. Atrapados en una coyuntura internacional sin precedentes y, en especial, entre dos realidades paralelas desconcertantemente diferentes (la alemana y la española, experimentada a través de los medios de comunicación), nos preguntamos acerca de las razones para crear forzadamente objetos nuevos en situaciones de desconcentración y confusión, en los que la industria musical, insertada en las dinámicas tardocapitalistas (tal y como se evidenció en las múltiples actuaciones de artistas a través de diferentes plataformas digitales) apremia a los creadores para tocar un hilo musical de fondo, telón de una situación que las autoridades político-sanitarias y los medios de comunicación tiñeron de tintes belicistas. Por ello, la obra también puede considerarse una banda sonora para el mensaje claro que los líderes occidentales dieron a sus ciudadanos al inicio de la emergencia santiaria: “Estamos en guerra. Quédese en casa y trabaje”.

Estrenada en el Kunstfest Weimar el 5.9.2022.

Un encargo para via nova e.v. y Maulwerker, con la financiación de la Ernst von Siemens Stiftung.

ensemble via nova:
Kathrin Szamatulski (Flöte), Moritz Schneidewendt (Klarinette),  Nikita Geller (Violine), Daniel Gutiérrez (Violoncello)

Maulwerker:
Henrik Kairies, Christian Kesten, Katarina Rasinski, Steffi Weismann